
A mí, el promotor de esta feliz anarquía de blog, me dijo para seducirme que yo podría contribuir, por ejemplo, subiendo algún artículo interesante seleccionado de aquí o acullá...o poniendo alguna cancioncilla de Sinatra, incluso algo de jazz (a propósito, sabéis que la nueva ortografía propone "yas") o clásica. Pues bien, siguiendo sus consejos primerizos aquí os largo la opinión/recordatorio de Miguel Riera y sus previsiones de futuro, que publicó en El Viejo Topo.
Sin "animus jodiendi".
Mal año, este 2010. En casi todo el mundo. No sólo por la crisis: la desigualdad ha continuado creciendo; las lacras más graves (esclavitud y tráfico de personas; trabajo infantil; violaciones masivas en África; inacabable terrorismo; etc.) permanecen impertérritas; Irak y Afganistán siguen como estaban; Israel ha proseguido con su sistemático expolio de tierra palestina; las catástrofes naturales han abundado y han ocasionado pérdidas importantes de vidas humanas, y no digamos materiales; y así podríamos continuar con un largo reguero de desgracias. Sólo faltaba, para completar el cuadro, la pérdida de prestigio de la institución que decía representar los mayores valores morales: la Iglesia Católica. Y está la crisis, a la que no se le ve salida.
En esta revista se dijo (y también en otros lugares, claro está) hace ya tres años que la crisis que se avecinaba era de sistema, y que sin cambios profundos en éste el panorama sería muy, muy negro. La crisis llegó, no a traición, como se ha dicho: era una crisis anunciada, aunque las elites dirigentes y los grandes medios de comunicación hicieran oídos sordos a las advertencias. Pero llegó, y sus responsables encontraron la manera de solventar sus propios problemas: echaron mano a la cartera de la gente, utilizando como instrumento a gobiernos dóciles y sensibles a los intereses del gran capital (ahora denominado “mercado”).
En España, como se ha repetido hasta la saciedad, a la crisis internacional se sumó la inmobiliaria. Consecuencia: más de cuatro millones de parados. Actitud del gobierno para generar nuevos puestos de trabajo: pasiva. Mucha charlatanería, eso sí, sobre un nuevo modelo productivo, pero a la hora de la verdad, reforma laboral. Una reforma que se inscribe en el marco ideológico neoliberal, y que no va a generar ni un solo puesto de trabajo.
En relación con el gobierno, causa perplejidad la velocidad con que ha dilapidado el capital político que obtuvo con el cambio de ministros. La torpeza inaudita con que ha afrontado el desmantelamiento a sangre y fuego del campamento saharauí pasará a la historia de los despropósitos. De nuevo contemplamos un gobierno paralizado, acobardado, con los pies muy lejos del suelo. Clama al cielo, desde luego, que el gobierno no esté tomando ninguna medida para resolver asuntos tan dramáticos como los desahucios o el desempleo.
También en los inicios de la crisis se pudo leer en esta revista que aquella no podía solventarse a corto plazo, y que de momento sólo se podían poner parches. Pero, ¿qué clase de parches está poniendo este gobierno? ¿La dádiva de los 420 euros? ¿Eso es todo? ¿Dónde están las medidas para evitar que familias enteras sean puestas de patitas en la calle, sin trabajo y sin lugar donde refugiarse? ¿dónde la búsqueda de nuevos nichos de empleo? ¿qué se hizo de aquella idea del reparto del trabajo?
En esta semana de noviembre, una ONG ha hecho un llamamiento en Barcelona para recoger alimentos (arroz, pasta, legumbres, etc.). Que en cada casa se diera algo. Pretendían reunir 400 toneladas,cosa que lograron. ¿Para enviar a algún misérrimo rincón del tercer mundo? Pues no, para entregar a familias barcelonesas que no tienen qué llevarse a la boca. Así estamos.
Y lo peor: Tal como apuntan las cosas para el 2011, a uno le viene a la mente aquella frase de “virgencita, que me quede como estoy”. Porque lo cierto es que la cosa puede aún empeorar. Llega la Navidad, pero esta vez, en lugar de buenas nuevas, lo que tenemos ante nosotros son malos augurios . Ojalá sean erróneos.
Mal año, este 2010. En casi todo el mundo. No sólo por la crisis: la desigualdad ha continuado creciendo; las lacras más graves (esclavitud y tráfico de personas; trabajo infantil; violaciones masivas en África; inacabable terrorismo; etc.) permanecen impertérritas; Irak y Afganistán siguen como estaban; Israel ha proseguido con su sistemático expolio de tierra palestina; las catástrofes naturales han abundado y han ocasionado pérdidas importantes de vidas humanas, y no digamos materiales; y así podríamos continuar con un largo reguero de desgracias. Sólo faltaba, para completar el cuadro, la pérdida de prestigio de la institución que decía representar los mayores valores morales: la Iglesia Católica. Y está la crisis, a la que no se le ve salida.
En esta revista se dijo (y también en otros lugares, claro está) hace ya tres años que la crisis que se avecinaba era de sistema, y que sin cambios profundos en éste el panorama sería muy, muy negro. La crisis llegó, no a traición, como se ha dicho: era una crisis anunciada, aunque las elites dirigentes y los grandes medios de comunicación hicieran oídos sordos a las advertencias. Pero llegó, y sus responsables encontraron la manera de solventar sus propios problemas: echaron mano a la cartera de la gente, utilizando como instrumento a gobiernos dóciles y sensibles a los intereses del gran capital (ahora denominado “mercado”).
En España, como se ha repetido hasta la saciedad, a la crisis internacional se sumó la inmobiliaria. Consecuencia: más de cuatro millones de parados. Actitud del gobierno para generar nuevos puestos de trabajo: pasiva. Mucha charlatanería, eso sí, sobre un nuevo modelo productivo, pero a la hora de la verdad, reforma laboral. Una reforma que se inscribe en el marco ideológico neoliberal, y que no va a generar ni un solo puesto de trabajo.
En relación con el gobierno, causa perplejidad la velocidad con que ha dilapidado el capital político que obtuvo con el cambio de ministros. La torpeza inaudita con que ha afrontado el desmantelamiento a sangre y fuego del campamento saharauí pasará a la historia de los despropósitos. De nuevo contemplamos un gobierno paralizado, acobardado, con los pies muy lejos del suelo. Clama al cielo, desde luego, que el gobierno no esté tomando ninguna medida para resolver asuntos tan dramáticos como los desahucios o el desempleo.
También en los inicios de la crisis se pudo leer en esta revista que aquella no podía solventarse a corto plazo, y que de momento sólo se podían poner parches. Pero, ¿qué clase de parches está poniendo este gobierno? ¿La dádiva de los 420 euros? ¿Eso es todo? ¿Dónde están las medidas para evitar que familias enteras sean puestas de patitas en la calle, sin trabajo y sin lugar donde refugiarse? ¿dónde la búsqueda de nuevos nichos de empleo? ¿qué se hizo de aquella idea del reparto del trabajo?
En esta semana de noviembre, una ONG ha hecho un llamamiento en Barcelona para recoger alimentos (arroz, pasta, legumbres, etc.). Que en cada casa se diera algo. Pretendían reunir 400 toneladas,cosa que lograron. ¿Para enviar a algún misérrimo rincón del tercer mundo? Pues no, para entregar a familias barcelonesas que no tienen qué llevarse a la boca. Así estamos.
Y lo peor: Tal como apuntan las cosas para el 2011, a uno le viene a la mente aquella frase de “virgencita, que me quede como estoy”. Porque lo cierto es que la cosa puede aún empeorar. Llega la Navidad, pero esta vez, en lugar de buenas nuevas, lo que tenemos ante nosotros son malos augurios . Ojalá sean erróneos.
Miguel Riera El Viejo Topo / 275 diciembre 2010
1 comentario:
Excelente vista la de este topo, que, por cierto, no parece tan viejo.
He visto que sólo se puede acceder a unos pocos artículos, pero, si estás de acuerdo, lo metemos en “recomiendo/recomendaciones” y hacemos publicidad gratuita de lo bueno. ¿Te encargas, tú…?
Saludos.
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